EL DRAKKAR Y EL KNARR

 Los diversos pueblos vikingos se encontraban interrelacionados a través del mar, que comunicaba los numerosos núcleos habitados sin unidad política. Las diferencias en sus costumbres y en las rutas marítimas elegidas se deben sobre todo a su posición geográfica y a sus peculiares características físicas.

Para surcar estos mares usaban varios tipos de barcos, entre ellos los drakkar y knarr. Los knarres eran barcos veleros de casco corto y amplio, lentos pero de gran capacidad. El desarrollo de los drakkares, barcos largos y estrechos de fácil navegación y muy útiles para desembarco y transporte de tropas, sin igual en la Europa Medieval, fue uno de los motivos que impulsó su rápida expansión.

Los snekkar, llamados modernamente drakkar (palabra nórdica que designaba el dragón que se tallaba en la proa del barco) eran embarcaciones largas, estrechas, livianas y con poco calado, con remos en casi toda la longitud del casco. Versiones posteriores incluían un único mástil con una vela rectangular que aligeraba el trabajo de los remeros, especialmente durante las largas travesías.​ En combate, la variabilidad del viento y la rudimentaria vela convertían a los remeros en el principal medio de propulsión de la nave.

Casi todos los drakkar eran construidos sin utilizar cuadernas. Utilizaban el método de casco trincado, superponiendo planchas de madera unas a otras y para tapar las juntas de unión entre las planchas se utilizaba musgo impregnado con brea. El reducido peso del drakkar y su poco calado hacían posible que navegara por aguas de solo un metro de profundidad, lo que posibilitaba un rápido desembarco e incluso el transportar la embarcación por tierra.


                                                     Drakkar y Knarr

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